DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO

Debemos apoyar a quienes piensan diferente, necesitamos ser un factor de ayuda, comprensión y entendimiento ya que así construimos sociedad de una manera colaborativa y significativa.   La ética humana contempla la armonía de las cosas, y para que exista ésta, debemos tener empatía con todos los diversos grupos que componen nuestra sociedad.  De este modo es como realmente trascendemos como raza humana. La invitación es a dar el primer paso en la aceptación del otro y convertir estas situaciones en experiencias fructíferas para nuestras próximas generaciones.

Se peca por acción o por omisión.  No es hora de tapar estos agravios contra personas que piensan diferente.  La verdadera libertad consiste en eso, en expresar nuestros sentimientos y tener voz, no solo por derecho constitucional, también como derecho moral.

Somos corazones escondidos, aterrados, de papel, atrapados en las ganas de amarnos. Es triste que no podamos sentir en libertad, expresar nuestros quereres sólo porque unos cuantos no están de acuerdo.  Como dice Juan Gabriel: Amor no es aquello que queremos sentir, sino aquello que sentimos sin querer. Amor es amor.

Construir puentes, superar odios y generar y mantener diálogos. Crear convicciones que unan la razón con el corazón para poder seguir adelante y forjar un mundo más humano, más armónico, un mundo donde quepamos todos. Entre familia y escuela hay una correlación, y aunque la primera nos brinda una educación referente, la una no puede reemplazar a la otra. Desde el bachillerato se debe incentivar la movilidad hacia otros países, o así sea virtualmente compartir puntos de vista con ciudadanos de otras latitudes para tener una visión más global de lo que afrontamos en nuestro diario vivir.   Eso nos permite ser más respetuosos con la diferencia, algo necesario en un momento en el que las discriminaciones de todo tipo se están reactivando.