Construir
puentes, superar odios y generar y mantener diálogos.
Crear
convicciones que unan la razón con el corazón para poder seguir adelante y
forjar un mundo más humano, más armónico, un mundo donde quepamos todos.
Entre
familia y escuela hay una correlación, y aunque la primera nos brinda una
educación referente, la una no puede reemplazar a la otra.
Desde el bachillerato se debe incentivar la movilidad hacia
otros países, o así sea virtualmente compartir puntos de vista con ciudadanos
de otras latitudes para tener una visión más global de lo que afrontamos en
nuestro diario vivir. Eso nos permite ser más respetuosos con la
diferencia, algo necesario en un momento en el que las discriminaciones de todo
tipo se están reactivando.
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